La afinación no ha sido siempre la misma a lo largo de la historia, sino que, por diversas razones, ha ido cambiando a través de los siglos, adaptándose a gustos, instrumentos, y formas de interpretar. Antes de esta afinación del La a 440 Hz, se afinaba a 432 Hz.
Goebels, el poderoso «ministro para la Ilustración Pública y Propaganda» del régimen Nazi, cojitranco, malévolo, paranoico, acomplejado y sutil modulador de conciencias sobre masas humanas, en el año 1939 dictó un decreto -que calificó como universal- por el que en el terreno de la música la frecuencia de 432 hertzios (Hz), sostenida y conservada hasta entonces en la afinación de la nota musical LA, pasaba a ser de 440 Hz.
En 1953 la Organización Internacional de Normalización (ISO) lo aprobó.
Ello pudiera, de entrada, parecer una cuestión baladí, de poca trascendencia, pero estudios científicos sobre la modificación de dicha afinación musical con la diferencia, tan solo, de 8 Hz, supone una auténtica alteración emocional en la percepción auditiva de las ondas acústicas. Había una incitación -sibilinamente maquiavélica- para que la música provocara una enervación emocional en pueblo alemán. Tal cambio supone una alteración en el pensar y en el sentir de una manera determinada, hacia una excitación en mayor grado respecto a la audición musical de la nota LA afinada en 432 Hz.
El punto de partida de la polémica parece ser que lo crea el Instituto Schiller en el manifiesto Volver a la ‘Afinación antigua’. Que dice inspirarse en Verdi y los cantantes de ópera para promover la afinación 432 Hz.
Actualmente existe una tendencia por parte de muchos directores de orquesta e intérpretes de volver a la afinación de la época de Verdi, la «edad de oro del canto», para recuperar el sonido de entonces, una forma de cantar no forzada, e incluso, desde un punto de vista científico, «una mayor aproximación a las leyes naturales que gobiernan el universo físico» según algunas investigaciones.
Los 432 Hz sonoros oscilan y vibran sobre los principios de la propagación de ondas armónicas naturales, y se unifican con las propiedades de la luz, el espacio, la materia, la gravedad y el electromagnetismo.
Giuseppe Verdi, quien compuso algunas de las más sublimes óperas del mundo, sabía que «el sonido noble y redondo de la afinación natural es mucho más bello que el sonido forzado del tono excesivamente alto, que incluso puede dañar la voz del cantante.
No sólo la voz humana, sino los instrumentos como los preciados Stradivarius, son también irreparablemente dañados por la afinación alta. Parece ser que cada incremento de 5 Hz en la afinación, es equivalente a un incremento de más de 5 kilogramos de presión sobre la estructura del violín… Esto significa que dado que, en tiempo de Stradivarius, cuando la base de afinación para el La no era mayor de 430, todos los antiguos instrumentos de Cremona han tenido que soportar un incremento de tensión entre 10 y 14 Kg.».
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